Estaba yo intentando inspirarme para un post navideño y se me ocurrió preguntar a mi hija de seis años a ver qué le sugería la palabra Navidad. Me respondió sin dudar.
– “Regalos”, – dijo.
Todo va bien, – pensé. A continuación le hice la misma pregunta a mi pareja, por watsapp.
– Y eso a qué viene? – me respondió.
– Da igual, tú responde – contesté
– “Felicidad”, dijo – para añadir a continuación – mi segunda opción es “Compartir”, y la tercera “el calvo de la Lotería”.
Se me ocurrió entonces seguir tirando hacia arriba y llamé a mi madre para hacerle la misma pregunta. Le dio la risa, pero respondió.
– Pues “pasar tiempo con vosotros”, menuda pregunta que haces.
Tengo la sensación de que este “experimento social casero” tendría un resultado muy parecido en cualquier familia y entorno. Y me resulta muy curiosa la diferente perspectiva de cada “perfil encuestado”. Mientras los niños lo simplifican todo y dicen lo que piensan de manera natural y sin filtro, los adultos de mediana edad lo hacemos todo mucho más complicado. Primero desconfiamos, y a continuación emprendemos un rápido viaje por nuestras propias inseguridades, entre lo tópico, lo que es políticamente correcto y lo que nos gustaría que fuera y de verdad deseamos.
La buena noticia es que las personas mayores regresan a la naturalidad y prescinden también de filtros. Se centran en lo importante y punto. Y lo bonito es que al final todo suma cuando tenemos la oportunidad de pasar tiempo con la familia, especialmente cuando lo hacemos porque nos apetece.
Sólo tengo que añadir que Etxelaia es un buen lugar en el que compartir ese tipo de momentos.